“Los ecologistas cuentan las tortugas varadas como si murieran por la pesca ribereña y no es verdad”, es el sentir de los pescadores de Las Barrancas.

La declaración surge después del comunicado de prensa que el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) y el Centro para la Diversidad Biológica emite.

Retoman el asunto de la mortandad de tortuga amarilla (Caretta caretta) en el Golfo de Ulloa, una zona en conflicto entre intereses económicos del turísmo, la minería submarina, la pesca reberaña e industrial, así como por parte de una estrategia conservacionista.

Ambas asociaciones ambientalistas cuestionan los números del Gobierno de México. Calculan que existe un registro de dos mil 350 tortugas muertas, por lo que creen en la posibilidad de un embargo pesquero por parte de Estados Unidos en el golfo frente las costas de Comondú; “el alto índice de mortandad de la especie hace ver que regulaciones actuales para protegerla no están funcionando”.

Tomás Camacho, quien se dedica a la pesca desde hace 9 años, recuerda que fueron los pescadores los que proporcionaron los datos a las autoridades e investigadores para saber por qué morían las tortugas en el 2013 en el Golfo de Ulloa.

Las asociaciones ambientalistas por medio de solicitudes de información buscan datos  en los que sugieren que las responsabilidad de la muerte de tortuga amarilla es de la pesca ribereña. Queda patente, dice el trabajador del mar, el esfuerzo de los pescadores ribereños de la zona que comprende  de San Juanico y López Mateos durante el monitoreo.

Hasta el año pasado cuando suspendieron el programa por falta de recurso en la CONAPESCA, los observadores e investigadores hacían los monitoreos a bordo de  las embarcaciones de pescadores ribereños.

El asunto se complica por la presencia de embarcaciones sardineros o camarones de otros estados. Sin embargo, esta variable no es tomada en cuenta por las organizaciones ambientalista que insisten en sacar a los pescadores ribereños del mar.

Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se crea Área de Refugio pesquero en el Golfo de Ulloa y el Área de Refugio para la Protección de la Tortuga Amarilla. Por varios meses, los pescadores tuvieron que dejar de pescar debido a estos instrumentos y se sumaron a las tareas de investigación. Esto no sucedió con las embarcaciones de altura.