Las mordidas, jalones de cabello y persecuciones que protagonizaron diputadas y diputados el pasado martes en La Paz, Baja California Sur (BCS), dan cuenta de las bajas pasiones que enciende, en quienes se erigen como ejemplo social, la búsqueda del poder: sea por los fines que sea.

¿Por qué poder pelean? Por el poder de decidir cómo y quién ejerce el dinero público. ¿Cuáles son los bandos? Básicamente dos, aunque dentro de cada uno haya intereses particulares: de un lado está el autodenominado Bloque (llamado así por una de sus líderes, la diputada Perla Flores Leyva: perteneciente al partido cristiano sin registro Encuentro Social, PES), conformado por partidos afines al Acción Nacional (PAN) y al Gobierno del Estado, como el propio PES y el partido local llamado de Renovación Sudcaliforniana (PRS), así como por enemigos de la Cuarta Transformación (4T), caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI); y del otro lado están las y los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y su único aliado, el Partido del Trabajo (PT).

¿Cómo inició la batalla? Con la derrota del PAN, que era hegemónico en BCS, y el triunfo de Morena el pasado 1 de julio de 2018. Unido al PES y al PT, Morena tomó dos terceras partes del Congreso local ese año y el presupuesto del Gobierno del Estado para 2019, frente a la promesa morenista de austeridad y transparencia, se veía comprometido.

Las y los legisladores morenistas iniciaron modificaciones al interior del Poder Legislativo y presentaron iniciativas liberales que causaron controversia social, como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Esto hizo que el ala conservadora de Morena, es decir el PES, empezara a apartarse de las decisiones de los representantes de la 4T; mientras que otra facción del nuevo partido en el poder, más interesada por los aspectos económicos de los cargos públicos, inició una desbandada para no reducirse el salario, como habían prometido en campaña siendo aliados de AMLO.

Estas diferencias internas en Morena se sumaron al interés del Gobierno del Estado por no perder el poder de los recursos públicos, favoreciendo que aquellos inconformes con la embestida morenista se aliaran. Es así que, durante la votación para conformar la segunda mesa directiva de la actual legislatura, la facción morenista con intereses económicos favoreció al grupo panista, permitiendo que aquellos afines al gobernador Carlos Mendoza Davis llegaran a cargos en el Congreso del Estado que, posteriormente, darían paso a la suspensión de sus facultades a varios diputados y diputadas de Morena que estaban al frente de comisiones encargadas de regular el gasto público.

Así, el Bloque dominó el año 2019 y el presupuesto presentado por el gobernador Carlos Mendoza fue aprobado. Sin embargo, iniciando 2020 las fisuras ideológicas que eran evidentes en la unión de aquellos enfilados contra Morena se convirtieron en grietas que derribaron el bloque. Es así que aquel grupo de morenistas que no quería bajarse el sueldo volvió al partido para lograr mayoría y revertir los cambios que había ayudado a realizar.

Para evitar que esto ocurriera, el gobernador Mendoza reconoció, a través del Boletín Oficial, a los integrantes del Bloque como legítimos propietarios de los cargos que obtuvieron tras suspender las facultades de sus homólogos morenistas, mientras que los y las legisladoras del Bloque, en particular Perla Flores y Lorenia Montaño del PES, así como Elizabeth Rocha del PAN, se dieron a la tarea de tomar protesta, a puerta cerrada, a personal administrativo afín a su grupo que se encargaría de manera definitiva de los aspectos financieros del Congreso del Estado.

Fue esta última acción la que desató el encuentro que culminó en mordidas y jalones de cabello. Perla Flores, quien tras ser acusada de usar dinero público para viajar a París con su familia tuvo que aceptar que lo hizo (no sin antes mentir diciendo que no lo había hecho –el pecado de la mentira–), Elizabeth Rocha y Lorenia Montaño se plantaron frente a oficinas del Congreso del Estado para impedir el ingreso de sus compañeros de Morena, quienes querían evitar que en el interior del edificio se le tomara protesta al nuevo encargado de las finanzas del Poder Legislativo.

Las fricciones llegaron a tal punto que, como se aprecia en diversos videos, la diputada Lorenia Montaño mordió y golpeó a la morenista Rosalba Rodríguez, quien con lágrimas en los ojos mostró a medios de comunicación las marcas de dentadura de la legisladora cristiana en uno de sus brazos, donde podía verse piel colgante, así como sangre que le escurría desde la oreja izquierda. Elizabeth Rocha y Perla Flores defendieron inmediatamente a Lorenia, asegurando que la legisladora de Morena se había hecho daño sola: “así son esos”, dijo Perla Flores, certificando que para ella, presunta garante de la ley, existen claras diferencias entre ciudadanos: nosotros, los cristianos que mentimos y mordemos, y esos, los otros, los bárbaros.

El año electoral, 2021, se acerca y promete más de estas escenas desafortunadas que nos hacen preguntarnos en manos de quiénes estamos, en las mentes de quiénes. No obstante, como es obvio, no es necesario que sea año electoral para que el animal político de algunos olvidé su convenio de domesticación y muestre los dientes, use las garras, contra aquellos que atenten contra sus intereses, los presuntos intereses comunes del pueblo, aunque en ese pueblo, como vemos, hay quienes creen que hay “unos” que deben verse beneficiados y “otros”, definitivamente “esos”, que sólo merecen la afrenta y el engaño.