Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada, mejor conocido como Ignacio Ramírez o El Nigromante, alguna vez pisó tierras sudcalifornianas. Durante la intervención francesa de 1862, desde Ciudad de México emprendió, junto a un grupo de más de 100 personas, una retirada hacia el norte del país para llegar “hasta la Alta California” y dejar atrás el peligro de la guerra, según se lee en Cartas del Nigromante a Fidel, un libro epistolar entre Ramírez y Guillermo Prieto.

Durante el verano de 1863, desde la sierra que une Durango y Sinaloa, El Nigromante escribe sobre “peñascos caprichosos [y] pequeñas barrancas con coquetas fuentecillas”, pero al arribar a Sinaloa, el clima lo abruma y no puede evitar escribir que aquello “es un horno”. Para ese momento, el ejército francés ya ocupaba la capital del país.

En febrero del 65, antes de cruzar a Estados Unidos (EEUU), donde la Guerra de Secesión terminaba, Ignacio Ramírez llega a Mulegé. Le impacta la península por su condición de soledad y olvido, así que la describe como “el ermitaño de los mares”. Pero lo que más le impacta son los recursos mineros que tiene a disposición la zona, aunque se lamenta por cómo son desperdiciados.

Mulegé

“En el centro y al norte de la Península”, le escribe a Guillermo Prieto, “encontrarás cobre que hasta ahora muy poco se costea” –muy probablemente refiriéndose a la zona de Santa Rosalía– “azufre que no permite exploradores por no presentar agua potable en sus inmediaciones; mármol, que nadie compra; y otras riquezas”.

El Nigromante refiere en diversas ocasiones la falta de carácter de algunos mexicanos que habitaban la zona. De manera especial, se enfoca en los habitantes del Golfo de California. Manifiesta que existe una apremiante necesidad de progreso, de aprovechamiento de los recursos naturales del lugar, particularmente en Sonora, Sinaloa y Baja California, pero lamenta que, al parecer, en aquellos lares “la vida [y] la esperanza viene de las naciones extranjeras”, pues los lugareños no aprovechan sus riquezas.

Santa Rosalía

Es todavía 1865 cuando anota que “en torno del Golfo apenas existirán trescientos mil habitantes”, y sólo asegura que únicamente “una tercera parte de éstos conocerán el mar”, por lo que “no llegarán a diez mil los que se embarcan” y explotan los recursos del mar: por lo general, apunta, “el Golfo es un tesoro inútil para estas gentes”.

De tal forma que, para alcanzar el desarrollo en el lugar, así como en el resto del país, El Nigromante consideraba que no se podía confiar en los lugareños sino que debían considerarse medidas extraordinarias, tales como “la invasión norteamericana” –entre 1846 y 1848 México había perdido la mitad de su territorio en una lucha contra EEUU–, a fin de concentrar la administración de la república; “la compra de buenos terrenos por las autoridades; [o] la construcción de puertos”, siendo estas dos últimas opciones las que se pusieron en marcha, aunque el avance económico de los estadounidenses sobre la península no pudo detenerse.

El 22 de junio de 1818 nació en la ciudad de San Miguel el Grande, hoy San Miguel de Allende, el ideólogo liberal Ignacio Ramírez. Fue escritor, poeta, periodista, abogado, soldado y político. Es considerado uno de los pensadores más importantes del liberalismo mexicano y uno de los artífices principales del Estado laico. El momento de su entrada a la vida intelectual fue provocador, cuando con menos de 20 años de edad se presentó en la Academia de Letrán. Ante la negativa de algunos, leyó un poema que iniciaba así: No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos…

Periódico Don Simplicio

En 1845, se graduó de abogado en la Universidad de México y un año después se inició en el periodismo al fundar, en compañía de Manuel Payno y Guillermo Prieto, el semanario Don Simplicio, donde adoptó el apodo de El Nigromante. Durante la intervención estadounidense se alistó con las milicias del Estado de México y combatió en la derrota de Padierna.

Fue diputado por Sinaloa durante el Congreso constituyente de 1856 y 1857, donde puso sobre la mesa temas como el derecho de los indígenas. Durante la Guerra de Reforma combatió con la pluma del lado liberal, y con el triunfo de los liberales fue nombrado ministro de Justicia, Instrucción Pública y Fomento por el presidente Benito Juárez.

Poco antes de la caída del imperio de Maximiliano en 1867, fue capturado en Ciudad de México, donde se encontraba de incógnito y conspiraba contra los imperialistas. Fue desterrado a Yucatán, pero fue perdonado poco tiempo después y regreso a la capital, donde vivió vigilado por la policía secreta hasta el triunfo de la república, momento en que lo nombraron magistrado de la Suprema Corte de Justicia.

En 1876, Ignacio Ramírez apoyó a Porfirio Díaz en la rebelión de Tuxtepec, en Oaxaca, contra la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada, y al triunfo de la insurrección ocupó el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, para regresar poco después a su cargo como magistrado, el cual ocupó hasta su muerte el 15 de junio de 1879.