Los paneles solares son una fuente de energía renovable cada vez más importante que tendrá un papel en la lucha contra el cambio climático. También son piezas complejas de tecnología que se convierten en piezas grandes y voluminosas de desechos electrónicos al final de sus vidas, y en este momento, la mayor parte del mundo no tiene un plan para lidiar con eso.

La mayoría de los paneles solares que se fabrican en el mundo todavía generan electricidad, pero la primera ola está llegando al final de su vida útil y comenzará a producir millones de toneladas de residuos. 

Los métodos estándar de reciclaje de productos electrónicos no son suficientes para los paneles solares. Recuperar los materiales más valiosos de uno, incluida la plata y el silicio, requiere soluciones de reciclaje a medida.

Se calcula residuos de equipos en 23.000 toneladas este año y pronostica que la cantidad comenzará a aumentar en la década de 2030, llegando a 10 millones de toneladas en 2050. Es posible, pero no rentable, reciclar paneles solares, por lo que la mayoría terminan en vertederos o basureros.

Los paneles solares están compuestos por células fotovoltaicas (PV) que convierten la luz solar en electricidad. Cuando estos paneles entran en los basureros, se desperdician valiosos recursos. Y debido a que los paneles solares contienen materiales tóxicos como el plomo que pueden filtrarse a medida que se descomponen, los vertederos también crean nuevos peligros ambientales.

La mayoría de los fabricantes de energía solar afirman que sus paneles durarán unos 25 años, y el mundo no comenzó a implementar la energía solar de manera generalizada hasta principios de la década de 2000. Como resultado, hoy en día se está dando de baja una cantidad bastante pequeña de paneles solares. 

Según la legislación de la UE , los productores deben asegurarse de que sus paneles solares se reciclan correctamente. En Japón, India y Australia, los requisitos de reciclaje se encuentran en proceso. 

En México no existe legislación o métodos especiales para desecharlos y la responsabilidad recae directamente en el consumidor, y resulta necesario trabajar en políticas y regulaciones de apoyo.